miércoles, 10 de abril de 2013

De la crónica de Indias al relato de viaje


De la crónica de Indias al relato de viaje

Por Carlos E. López Castro (Revista No. 79)



Desde el descubrimiento de América, se conocen los relatos de viajes, en ese entonces conocidos como “Crónicas de Indias”, que eran narraciones históricas, principalmente desde la mirada de los colonizadores españoles, sobre los acontecimientos durante el descubrimiento, conquista y colonización del continente americano, con los detalles de la geografía y la vida de sus  pobladores. ¿Los relatos de hoy, podrán ser documentos para el futuro?
DESCUBRIMIENTO
Desde la primera crónica que se conoce: “El Diario de Navegación de Colón”, del año 1493, dirigida a los Reyes Católicos, se muestra la intención de explotación económica, el salvajismo de los españoles, la codicia por el oro y la sed de expansión católica.
A propósito del salvajismo de los españoles, en el año 1541, Jorge Robledo envió a Jerónimo Luis Tejelo para que pasara al otro lado de las montañas de la mina de Guaca (hoy municipio de Heliconia). Sobre el descubrimiento del Valle de Aburrá (nombre que para los indígenas significaba pintadera), veamos lo que se escribió, (conservamos la ortografía original): “…Como ellos nunca habían visto christianos; saliéronles al camino sin dar lugar á que se le hiciese parlamento ninguno,  e tovieron con ellos su guazavara (“Guazábara” significa guerra o combate en el lenguaje Taino), que les duraría tres horas, donde fue bien reñida de ambas partes, é hirieron seis ó siete  españoles y mataron é hirieron caballos, donde los españoles vieron en muy gran riesgo de perderse. Pero como Nuestro Señor nunca desampara los suyos, la gente de á pie lo hizo tan bien, que  con la ayuda de los de á caballo rompieron á los indios é los metieron en el pueblo,  se metian en los bohíos è se subían en la cumbre dellos, como si alli no los puedieran tomar. Y estaban espantados de ver tal gente, que segun ellos despues decian, que cuando los   cometieron pensaron que eran indios; como les hobieron ganado el pueblo, el dicho Jerónimo Tejelo hizo aposentar los heridos y poner recado en el real, y despachó luego dos mensajeros al Capitán haciéndole saber lo que pasaba… Esta provincia se llama en nombre de indios Avurrá, y le pusimos por nombre el Valle de San Bartolomé…”1 
¿CONQUISTA?

Como caso curioso, Bartolomé de las Casas, en sus crónicas tituladas “Brevísima relación de la destrucción de las Indias”, fue casi el único que mostró la barbarie de los españoles y por eso  dio origen a la Junta de Valladolid, al divulgarse por toda Europa como propaganda antiespañola. Así escribió Bartolomé de las Casas: “La provincia de Sancta Marta era tierra donde los indios tenían muy mucho oro, porque la tierra es rica y las comarcas, e tenían industria de cogerlo. Y por esta causa, desde el año de mil y cuatrocientos y noventa y ocho hasta hoy, otra cosa no han hecho infinitos tiranos españoles sino ir a ella con navíos y saltear e matar y robar aquellas gentes por robarles el oro que tenían y tornábanse en los navíos que iban en diversas e muchas veces, en las cuales hicieron grandes estragos y matanzas e señaladas crueldades, y esto comúnmente a la costa de la mar e algunas leguas la tierra dentro, hasta el año de mil e quinientos e veinte y tres”.
SIGLO XVIII
Muchos años después, otros visitantes llegaron como exploradores o con el propósito de establecerse definitivamente. En el año 1761, Antonio Arévalo, en sus crónicas, expresa la importancia de la navegación por los ríos para el paso de contrabando, en el golfo de Urabá. Así escribió: “De éstos, el de Cuacubá es bastante caudaloso(…)  y navegable por muchas leguas para subir a la provincia de Antioquia, cuya capital estará a cosa de 16 leguas de su boca, 8 de navegación y 8 de camino de tierra bueno pero éste no está permitido, y sólo lo saben y usan los contrabandistas para las intro¬ducciones ilícitas de géneros que compran a los extranjeros que frecuentan el Golfo para este trato, que les es de suma ganancia por la prontitud y facilidad de las conducciones que por aquí son de un costo excesivamente inferior al que tiene por el camino ordinario de tierra del Reino, en que emplean tres meses”.2 
SIGLO XIX
Durante el siglo XIX, el mayor número de relatos de viajes lo escriben los ingleses, seguidos de los franceses y los norteamericanos.
Humboldt, en su Diario, que estuvo inédito hasta el siglo XX, habla del árbol de la vaca: “Hemos descrito un árbol, el palo de vaca, cuya leche aromática y espesa se recoge en totumas, haciendo incisiones en el tronco. Los negros de esa zona beben una leche vegetal no cáustica, agradable y ¡muy nutritiva! Esa leche, tratada con ácido nítrico, da caucho, y poniéndola al sol deja caer una especie de queso carmelita muy espeso, que fermenta como queso animal. En esa forma hemos enviado dos recipientes, mezclada con álcali, el señor Fourcroy. En el río Iscuandé, en el mar del sur, existe un árbol Sande, cuya leche beben los nativos de esa zona. Así, también el palo de vaca.”3
ANTIOQUIA
Y MEDELLÍN
En el siglo XIX, los cronistas llegados de otros países se dedicaban a describir el paisaje (con escritura estética). Carl August Gosselman, en 1825, escribe así al llegar a Medellín: “Cuando llegamos al cerro Santa Helena (hoy  es el Corregimiento de Santa Elena) desde donde se tenía una visión impresionante sobre el valle, nos embargo una emoción de belleza inenarrable. Esto era inmensamente mas hermoso que lo observado en La Ceja, tanto por la altitud como por la riqueza del cuadro que allá abajo se exponía. Si el valle del Rio Negro parece el compromiso del país con la hermosura, el que se me ofrecía a la vista era el paraíso. Desde aquí me parecía uno de los escenarios más bellos en que pudiera descansar la vista humana.
“Su descripción resulta imposible, lo que ocurre cuando debemos usar el lápiz en reemplazo del pincel. Como si el borrador de un cuento inconcluso complementara los detalles de una pintura acabada… Un sendero con menos pendiente y mas ancho, acompañado por altos cactus y flores silvestres nos conducía a la ciudad. Pasabamos por naranjales, dulces y agrios, que con su aroma perfumaban el aire tibio. Pronto las casas comenzaron en las calles de la ciudad de Medellín…”4 
En 1880, Federich Von Schenk, escribió sobre los caminos de arrieros: “Al principio del siglo existió solamente un camino en pésimas condiciones que llevaba a Medellín, y que arrancó en Juntas, una bodega y fonda ya olvidada, y se encontraba en la confluencia del río Samaná con el Nare y seguía por Canoas, Guatapé y el Peñol. El actual camino que arranca desde Nare, pasa por Canoas, y desde aquí toma una dirección más al sur, entra en el hermoso valle de San Carlos, y deja al Guatapé a la derecha. Pero también este camino, por el cual llegué a Medellín en 7 días de viaje a caballo (inclusive un día de descanso en el Peñón (El Peñol), es sencillamente espantoso... todavía esta region entre el río Nare y San Carlos está muy escasamente poblada; en todo caso menos densamente de lo que parece a primera vista al viajero. Engañan las muchas rozas en el monte, que se explican por lo que es antioqueño sólo siembra una o dos veces el maíz sobre el suelo del monte quemado, ya que la segunda o la tercera cosecha sobre esta roza no lo satisface ya, y por eso la abandona para trasladarse a otro sitio y repetir el mismo procedimiento. La siembra de maíz en esta región se realiza en el mes de septiembre, y la cosecha se obtiene cuatro meses más tarde. En los meses de marzo y abril se efectúa una segunda siembra, que se llama en Antioquia la traviesa. El maíz es el producto más importante de estas montañas. Donde no se da el maíz, tampoco se da el antioqueño…”5
El martes 20 de octubre de 1891, Jorge Brisson, describe su viaje así: “Se descubre a Medellín 3 horas antes de llegar a él; la ciudad blanca se extiende en un magnífico valle rodeado de montañas lejanas; empiezo a bajar a las 6 a. m.; el comienzo en zig-zag es pedregoso, barroso y penoso por motivo de su pendiente rápida y sin interrupción alguna. A las 9 y 30 a. m. entro en la capital de Antioquia después de haber ejecutado en seis días y tres horas un trayecto de 40 leguas (200 kilómetros), de los cuales se puede asegurar que no hay tres en un plano horizontal. Suponiendo que he caminado, termino medio, nueve horas al día, he puesto, por consiguiente, para franquear esta distancia: 57 horas. La ciudad de Medellín, nombre tomado de  Estremadura, en España, ha quitado a la de Antioquia el primer lugar entre las poblaciones del Departamento, y al presente es la segunda de la República. El gracioso valle de Aburrá, que apenas tiene 4 leguas de máxima anchura por 10 de longitud, está poblado por 140,000 habitantes, pero la ciudad no contiene más de unos 25,000. El río que llaman también Medellín, forma, con el río Grande, el río Porce, que desagua en Nechí, afluente de la derecha del Cauca…’’6 
PA´ EUROPA
A LOMO DE MULA
Recordemos que antes de 1914, año en que llegó a Medellín el primer tren, para viajar al exterior se hacía por tierra hasta Caracolí y de allí hasta Puerto Berrío desde donde se navegaba por el río Magdalena hasta Barranquilla donde se embarcaba en un buque a vapor. En 1902, el rico comerciante Ricardo Olano en sus memorias escribió: “En esos tiempos la gente salía poco de Colombia y el viaje de una persona al Viejo Mundo era un acontecimiento parroquial. Para las jornadas hasta Caracolí, mi padre compró una magnífica mula y cuando fueron a ensillarla en la pesebrera para mi viaje, la encontraron muerta, asfixiada… Salimos de Medellín el domingo 12 de abril de 1902 a las 2 y media. A despedirnos fueron muchos amigos a caballo hasta El Edén y unos pocos hasta Girardota… Como había muy pocos buques en el río, por causa de la guerra, tuvimos bastante días de demora en Puerto Berrío… la carga de importaciones para Antioquia estaba detenida en Puerto Berrío. Las bodegas del Ferrocarril, los depósitos particulares, casas, ranchos, todo estaba atestado de bultos. En Medellín se creía en el comercio, que allí había mercancías por lo menos para un año. Así que se habían suspendido los pedidos… En Colombia ardía la guerra civil y yo compraba impasible. Nuestra casa aunque pequeña y nueva, tenía créditos muy bien cimentados…”.7
EL PRESENTE
PARA EL FUTURO
Si las crónicas anteriores nos sirven hoy para saber del pasado, ¿los relatos de hoy, podrán ser documentos para el futuro? En un importante encuentro de la Fundación para el Nuevo Periodismo Iberoamericano, realizado en Ciudad de Méjico en octubre pasado, se concluye: “A la crónica se le pide que sea la voz y la historia de los otros; se le pide una función social y una estética, se le pide poner la realidad en la encrucijada entre lo subjetivo, lo colectivo y los hechos; se le pide ser política y marginal, mutante y transgresora”.
Un gran reto para quienes escriben crónicas del presente, para que sean un referente en el futuro.
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Notas:
1De viajeros y visitantes. Informes de descubrimiento, relación de visita y relatos de viaje, 1541-1948. ITM, Medellín, 2003, ps. 19 y 20.
2James J. Parsons. La Colonización Antioqueña en el Occidente de Colombia. 1950, p. 161.
3Gosselman, Carl August. “Viaje por Colombia 1825 y 1826”.
Publicación digital en la página web de la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República.
http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/historia/viajes/indice.htm>
4 De viajeros y visitantes. Informes de descubrimiento, relación de visita y relatos de viaje, 1541-1948. ITM, Medellín, 2003, p. 37
5Federich Von Schenk. Viajes por Antioquia en el año 1880. Bogotá, Banco de la República, 1953.
6 Jorge Brisson. Viajes por Colombia en 1891-1897. Bogotá, Imprenta Nacional.
7Ricardo Olano. Memorias, tomo I. Universidad Eafit. 2004.



Portada de la Revista Historias Contadas No. 80

Calle Bolivia y su Catedral Basílica Metropolitana.
(Por Carlos E. López Castro, Revista No. 80)

Además de la importancia de la calle Bolivia por tener la monumental iglesia construida en ladrillo cocido, también fue trascendental por la primera empresa de buses que se conoce en Colombia, que tuvo una de sus rutas por esta calle. La ruta se llamaba Villa Nueva y recorría la calle Bolivia, hasta su extremo oriental. Esta calle, que lleva el número 56, también fue recorrida por el tranvía en la ruta Sucre.
LA BASÍLICA
METROPOLITANA
Desde las últimas décadas del siglo XIX, el factor que hace darle importancia a la calle Bolivia fue el inicio de la construcción de la Catedral de Villanueva (hoy, oficialmente Catedral Basílica de la Inmaculada Concepción de María) en terrenos donados por Tyrrel Moore, en el año 1871.
“La organización del edificio más importante de la ciudad naciente de entonces incluyó la “consecución de una máquina exclusiva para fabricar ladrillo y teja” y de un constructor arquitecto capacitado para el efecto… en el país o fuera de él”. En 1874, llegó el italiano Felipe Crosti para responder a lo necesitado.1 En 1875 se empezaron los trabajos. Pero fueron suspendidos y rechazados los diseños por descomunales.
El 21 de enero, de 1886, con la llegada del obispo Bernardo Herrera Restrepo, el rumbo de la construcción cambió. Éste, le solicitó opinión al obispo de París, quien además era arquitecto francés, quien rechaza la obra de Crosti. Además, el obispo le recomienda al arquitecto Carlos Carré, de quien dio excelente recomendacón. En una reunión, del 22 de septiembre de 1888, se aprobó la venida del arquitecto Carré. Mientras en Francia el obispo y su discípulo hacían un diseño preliminar, en Medellín se fabricaban grandes cantidades de ladrillo
Carré llegó el 30 de julio de 1889, y se ubicó en una celda del seminario, que simultáneamente le sirvió de habitación y de estudio. Concluyó los planos del templo, en noviembre del mismo año.
Lo estipulado con Carré fueron los planos, la dirección de la construcción y la formación de algunas personas para que pudieran terminar la obra, ya que su contrato vencía el 14 de junio de 1894 y no se le renovaría.
En la reunión de la Junta, del 19 de enero de 1890, fueron aprobados los planos que había diseñado para la construcción de la catedral el arquitecto Carré y se continúa la construcción. En 1891 fue nombrado Mons. Jesús María Marulanda, como encargado de la construcción de la catedral, dándole un gran adelanto a la obra.
Para la construcción se utilizaron varias clases de piedra: común, de lujo, para los plintos, negra y piedra de canto. En un comienzo, los ladrillos fueron comprados a varias ladrilleras por miles. Después, Monseñor Marulanda compró un tejar, ubicado en Belén, donde se fabricaron los ladrillos y las tejas necesarias y además vendía a particulares con cuyas ganancias, pagaba otros gastos.
Se utilizó la argamasa, mezcla de arena y de cal, para pegar los adobes. Las piedras las traían de El Poblado o de la quebrada La Loca.
Como se necesitaba madera, Monseñor Marulanda compró una finca en Envigado, para la provisión de madera común. Las maderas finas procedía de San Roque, San Luis y Puerto Berrío, donde Monseñor Marulanda compró una finca de donde traía la madera, para la construcción y para la venta.
En 1892, el obispo Bernardo Herrera Restrepo viajó a Bogotá y el 18 de junio de 1892 tomó posesión de la Diócesis Joaquín Pardo Vergara, quien continuó la construcción de la catedral. Para 1897 se terminó la sacristía de la carrera Ecuador, y el 17 de octubre, del mismo año, se bendijo, con el fin de utilizarla como capilla.2
Carré continuó su trabajo hasta junio de 1894, dejando gran parte de las arcadas centrales y de la sacristía. Lo reemplazaron los señores Heliodoro Ochoa y Salvador Ortiz. Ellos, estuvieron vinculados a la obra hasta cuando murieron, en 1916 y 1919, respectivamente, y quienes dejaron la obra muy adelantada.
El 24 de febrero, de 1902 la Diócesis de Medellín fue elevada, por el Papa León XIII, a la categoría de Arquidiócesis. El 12 de agosto de 1906 llegó a la ciudad como Arzobispo Manuel José Caycedo, aportando a la construcción de la Catedral.
El reloj y la torre derecha, fueron inaugurados a las 12 del mediodía del 20 de julio de 1910, para celebrar el primer centenario del grito de Independencia de Colombia.
En 1917, el 24 de mayo, se realizó la primera misa pontifical, celebrada por Caycedo, con motivo de sus bodas de plata episcopales. Este fue el primer acto litúrgico episcopal celebrado antes del traslado de todo el culto de La Candelaria, a la nueva catedral.
En 1919, el Arzobispo Caycedo contrató al arquitecto italiano Giovanni Buscaglione, quien diseñó el baldaquino, los altares, el púlpito, el coro y demás obras ornamentales del templo. También se le encargó el diseño y construcción del Seminario Mayor (1919-1928).
En 1920, se construyó el atrio del templo por la Sociedad de Mejoras Públicas, con la colaboración del Municipio de Medellín.
El 12 de marzo, de 1924, fueron inaugurados los altares y en 1925 se celebró la segunda misa pontifical, cuando Medellín celebró los doscientos cincuenta años de su erección como Villa.
En 1931 se estimó que ya el edificio podía darse al servicio como catedral. El 11 de agosto de 1931, el templo fue inaugurado como Catedral, con motivo de las bodas de plata de la posesión de Mons. Manuel José Caycedo en la Arquidiócesis.
El 30 de marzo de 1933, el ingeniero Oscar Binder llevó a Medellín el órgano, de marca Walcker, para la catedral, y además, se dio a la tarea de su montaje, el cual estuvo listo para su estreno a finales de julio de 1933.
En 1944 se desvió la quebrada “La Loca” por la Calle La Paz, la cual pasaba debajo del presbiterio
El 12 de marzo, de 1982, la catedral fue declarada Monumento Nacional de Colombia.
Entre 1998 y 1999 fue restaurada por la Fundación Ferrocarril de Antioquia.
Es considerada la mayor construcción, de ladrillo cocido, del mundo. Es la séptima más grande del mundo y la primera de Latinoamérica, con 5.000 metros. Allí se encuentra un enorme órgano de caoba, con 3.478 flautas.
LA RUTA DE BUSES,
HACE 100 AÑOS
Como se dijo inicialmente, por la calle Bolivia circularon buses de la primera empresa transportadora que se conoció en Colombia. En 1913, Ricardo Olano, en su viaje a Europa, cuenta la historia de la compra de buses, así:
“Ésta fue la primera empresa de autobuses que se estableció en Colombia. Por aquellos años, empresas similares tenían grandes éxitos en las capitales europeas, hasta donde alcanzan mis conocimientos de ellas y mis informaciones, no se han vuelto a establecer en dichas capitales líneas de tranvías por las calles, habiendo los autobuses venido a llenar las crecientes necesidades del tráfico. En Berlín, por ejemplo, ciudad servida admirablemente por líneas de rieles en todas direcciones, se estableció, en 1912, un servicio de autobuses que hizo tal competencia a los tranvías, que la compañía propietaria de éstos, tuvo que comprar la empresa de autobuses. Sin embargo, en Medellín, nuestro negocio fue un fracaso y declaro que un error mío fue la causa, porque por comprar aparatos muy buenos, los compré demasiado pesados, absolutamente impropios para andar por las calles de la ciudad.
Llegaron tres aparatos y establecí tres líneas: una a La América, otra a Buenos Aires y otra a Villanueva, hasta el extremo oriental de la calle de Bolivia. Organicé bien el asunto de choferes, conductores, tiquetes, etc. y el servicio comenzó a hacerse regularmente, dejando buena utilidad, a pesar del enorme precio de la gasolina…
En plena luna de miel de la empresa comenzamos con los inconvenientes: conductores que se robaban fondos, choferes que faltaban al trabajo algunos días interrumpiendo el servicio, etc. Pero lo más grave fue el asunto de las cañerías del acueducto. Todas eran entonces, en Medellín, de barro y algunas muy superficiales. Los aparatos rompieron algunas que tuvimos que arreglar y entonces toda cañería que se dañaba se la atribuían a los autobuses…
Fueron tomados por 3.000 que era una tercera o cuarta parte de su verdadero valor. Los carros fueron enviados a La Quiebra y prestaron durante largos años el servicio de pasajeros con grandes utilidades”3
OTROS DATOS
DE BOLIVIA
Es importante recordar que el circo España, construido entre 1909 y 1910, ocupó un gran espacio entre las calles Caracas (54) y Bolivia (56) y las carreras Girardot (43) y Córdoba (42).
En 1917, un artículo de prensa del periódico El Colombiano, anuncia la arborización así: “La Comisión de Estética aprobó que los vecinos de la calle Bolivia planten palmas en ella. También se aceptó el proyecto de arborización de la ciudad presentado por la Sociedad de Mejoras Públicas, pero advirtió que, al plantar los árboles y sobre todo cuando se trate de una sola fila, deberá consultarse con el ingeniero municipal, con el fin de que no sean plantados sobre las alcantarillas”.
El recordado escritor Tomás Carrasquilla tuvo durante muchos años su casa en la calle Bolivia y cuando estuvo en silla de ruedas, trasladó las tertulias que se hacían en el café La Bastilla para su casa en Bolivia entre los años 1920 a 1923. El historiador Fabio Botero, nos cuenta sobre el escritor: “Por 1900 y tantos fue cuando Carrasquilla se trasladó con la familia toda a Medellín, a un amplia casa con “un huerto sembrado de platanares y árboles frutales” y un “jardín lateral frontero a la calle, tan amplio que en él pudo edificarse más tarde una vivienda”… La casa estaba situada en la calle Bolivia un poco al occidente de la carrera El Palo… don Tomás continuó por supuesto las tertulias con todo su vigor en su casa”.4
A principios de la década de 1920, una hija de Ricardo Olano vivió en la esquina de Bolivia con Girardot, segunda casa a la izquierda subiendo.
El 22 de marzo de 1922, empezó a funcionar la ruta Sucre del tranvía que subía por Bolivia hasta el parque de Boston y después se extendió hasta la carrera 35.
La carrera Palacé, de Bolivia a Jorge Robledo, fue iluminada con farolas en el año 1934.
La avenida Echeverri, entre Ecuador y Bolivia fue abierta en 1872, según contrato entre el Cabildo y la Junta Suprema de la Catedral. En 1933 se ilumina la carrera Palacé desde la calle Bolivia hasta el barrio Prado.
Y según las memorias de Olano, los principales cambios de la calle Bolivia se dieron así:
“Seguramente fue el Sr. Moore (donó los terrenos para el parque Bolívar) quien por los años 1846-47 abrió Bolivia de Sucre a la calle de Barbacoas hoy de los Calzoncillos. De este sitio a la carrera Bolívar fue abierta en 1907 por compra hecha al Sr. Federico Vásquez por $ 5.000… Del parque de Bolívar a Sucre fue ensanchada en 3 metros por cesión gratuita que hizo don Pedro P. Echererri en 1895… Don Celestino Escobar también tenía tierras allí. Por los años 1891/2 la Sociedad Propietaria (Manuel José Álvarez, Luis Escobar, Antonio J. Gutiérrez, Eduardo de Greiff) abrieron Bolivia del Palo para arriba hasta encontrar terrenos del Sr. Francisco Villa Corral por los cuales se abrió la calle más tarde hasta la calle de Guarne. Allí se interrumpe la calle por un espacio como de media cuadra y continúa más adelante hacia el oriente. Quizá esta parte de la calle perteneció a la urbanización del barrio Boston de los señores Villa hasta el arroyo de Chorro-Hondo. En el año 1935, para abrir la calle Bolivia en el sitio donde está cerrada, calle de La Ladera, se compraron varios edificios, entre ellos uno a Luciano Patiño por $ 3.000. Se han destruido los edificios comprados; pero todavía se necesita adquirir otros para abrir la calle en todo su ancho. En 1940, en el cruce de Bolivia y Portocarrero, allí hay una honda cañada por donde pasa un arroyo. Se cubrió este arroyo con una alcantarilla de 83.5 mts. de largo y se está llenando el hueco. Para hacer esta obra se compró al Sr. Juan Manuel Ruiz un lote de terreno que obstruía la calle Bolivia…”5
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NOTAS:

1 Boletín Cultural y Bibliográfico. Banco de la República, 1992, p. 57.
www.wikipedia.com
3 Ricardo Olano. Memorias, tomo I. Fondo Editorial Universidad Eafit. pags. 66-70)
4 Fabio Botero. Cien Años de la Vida de Medellín. Editorial Universidad de Antioquia, Municipio de Medellín, segunda edición 1998, p. 272)
5 Ricardo Olano. Memorias, tomo I. Fondo editorial Univesidad Eafit. p. 356