miércoles, 10 de abril de 2013

De la crónica de Indias al relato de viaje


De la crónica de Indias al relato de viaje

Por Carlos E. López Castro (Revista No. 79)



Desde el descubrimiento de América, se conocen los relatos de viajes, en ese entonces conocidos como “Crónicas de Indias”, que eran narraciones históricas, principalmente desde la mirada de los colonizadores españoles, sobre los acontecimientos durante el descubrimiento, conquista y colonización del continente americano, con los detalles de la geografía y la vida de sus  pobladores. ¿Los relatos de hoy, podrán ser documentos para el futuro?
DESCUBRIMIENTO
Desde la primera crónica que se conoce: “El Diario de Navegación de Colón”, del año 1493, dirigida a los Reyes Católicos, se muestra la intención de explotación económica, el salvajismo de los españoles, la codicia por el oro y la sed de expansión católica.
A propósito del salvajismo de los españoles, en el año 1541, Jorge Robledo envió a Jerónimo Luis Tejelo para que pasara al otro lado de las montañas de la mina de Guaca (hoy municipio de Heliconia). Sobre el descubrimiento del Valle de Aburrá (nombre que para los indígenas significaba pintadera), veamos lo que se escribió, (conservamos la ortografía original): “…Como ellos nunca habían visto christianos; saliéronles al camino sin dar lugar á que se le hiciese parlamento ninguno,  e tovieron con ellos su guazavara (“Guazábara” significa guerra o combate en el lenguaje Taino), que les duraría tres horas, donde fue bien reñida de ambas partes, é hirieron seis ó siete  españoles y mataron é hirieron caballos, donde los españoles vieron en muy gran riesgo de perderse. Pero como Nuestro Señor nunca desampara los suyos, la gente de á pie lo hizo tan bien, que  con la ayuda de los de á caballo rompieron á los indios é los metieron en el pueblo,  se metian en los bohíos è se subían en la cumbre dellos, como si alli no los puedieran tomar. Y estaban espantados de ver tal gente, que segun ellos despues decian, que cuando los   cometieron pensaron que eran indios; como les hobieron ganado el pueblo, el dicho Jerónimo Tejelo hizo aposentar los heridos y poner recado en el real, y despachó luego dos mensajeros al Capitán haciéndole saber lo que pasaba… Esta provincia se llama en nombre de indios Avurrá, y le pusimos por nombre el Valle de San Bartolomé…”1 
¿CONQUISTA?

Como caso curioso, Bartolomé de las Casas, en sus crónicas tituladas “Brevísima relación de la destrucción de las Indias”, fue casi el único que mostró la barbarie de los españoles y por eso  dio origen a la Junta de Valladolid, al divulgarse por toda Europa como propaganda antiespañola. Así escribió Bartolomé de las Casas: “La provincia de Sancta Marta era tierra donde los indios tenían muy mucho oro, porque la tierra es rica y las comarcas, e tenían industria de cogerlo. Y por esta causa, desde el año de mil y cuatrocientos y noventa y ocho hasta hoy, otra cosa no han hecho infinitos tiranos españoles sino ir a ella con navíos y saltear e matar y robar aquellas gentes por robarles el oro que tenían y tornábanse en los navíos que iban en diversas e muchas veces, en las cuales hicieron grandes estragos y matanzas e señaladas crueldades, y esto comúnmente a la costa de la mar e algunas leguas la tierra dentro, hasta el año de mil e quinientos e veinte y tres”.
SIGLO XVIII
Muchos años después, otros visitantes llegaron como exploradores o con el propósito de establecerse definitivamente. En el año 1761, Antonio Arévalo, en sus crónicas, expresa la importancia de la navegación por los ríos para el paso de contrabando, en el golfo de Urabá. Así escribió: “De éstos, el de Cuacubá es bastante caudaloso(…)  y navegable por muchas leguas para subir a la provincia de Antioquia, cuya capital estará a cosa de 16 leguas de su boca, 8 de navegación y 8 de camino de tierra bueno pero éste no está permitido, y sólo lo saben y usan los contrabandistas para las intro¬ducciones ilícitas de géneros que compran a los extranjeros que frecuentan el Golfo para este trato, que les es de suma ganancia por la prontitud y facilidad de las conducciones que por aquí son de un costo excesivamente inferior al que tiene por el camino ordinario de tierra del Reino, en que emplean tres meses”.2 
SIGLO XIX
Durante el siglo XIX, el mayor número de relatos de viajes lo escriben los ingleses, seguidos de los franceses y los norteamericanos.
Humboldt, en su Diario, que estuvo inédito hasta el siglo XX, habla del árbol de la vaca: “Hemos descrito un árbol, el palo de vaca, cuya leche aromática y espesa se recoge en totumas, haciendo incisiones en el tronco. Los negros de esa zona beben una leche vegetal no cáustica, agradable y ¡muy nutritiva! Esa leche, tratada con ácido nítrico, da caucho, y poniéndola al sol deja caer una especie de queso carmelita muy espeso, que fermenta como queso animal. En esa forma hemos enviado dos recipientes, mezclada con álcali, el señor Fourcroy. En el río Iscuandé, en el mar del sur, existe un árbol Sande, cuya leche beben los nativos de esa zona. Así, también el palo de vaca.”3
ANTIOQUIA
Y MEDELLÍN
En el siglo XIX, los cronistas llegados de otros países se dedicaban a describir el paisaje (con escritura estética). Carl August Gosselman, en 1825, escribe así al llegar a Medellín: “Cuando llegamos al cerro Santa Helena (hoy  es el Corregimiento de Santa Elena) desde donde se tenía una visión impresionante sobre el valle, nos embargo una emoción de belleza inenarrable. Esto era inmensamente mas hermoso que lo observado en La Ceja, tanto por la altitud como por la riqueza del cuadro que allá abajo se exponía. Si el valle del Rio Negro parece el compromiso del país con la hermosura, el que se me ofrecía a la vista era el paraíso. Desde aquí me parecía uno de los escenarios más bellos en que pudiera descansar la vista humana.
“Su descripción resulta imposible, lo que ocurre cuando debemos usar el lápiz en reemplazo del pincel. Como si el borrador de un cuento inconcluso complementara los detalles de una pintura acabada… Un sendero con menos pendiente y mas ancho, acompañado por altos cactus y flores silvestres nos conducía a la ciudad. Pasabamos por naranjales, dulces y agrios, que con su aroma perfumaban el aire tibio. Pronto las casas comenzaron en las calles de la ciudad de Medellín…”4 
En 1880, Federich Von Schenk, escribió sobre los caminos de arrieros: “Al principio del siglo existió solamente un camino en pésimas condiciones que llevaba a Medellín, y que arrancó en Juntas, una bodega y fonda ya olvidada, y se encontraba en la confluencia del río Samaná con el Nare y seguía por Canoas, Guatapé y el Peñol. El actual camino que arranca desde Nare, pasa por Canoas, y desde aquí toma una dirección más al sur, entra en el hermoso valle de San Carlos, y deja al Guatapé a la derecha. Pero también este camino, por el cual llegué a Medellín en 7 días de viaje a caballo (inclusive un día de descanso en el Peñón (El Peñol), es sencillamente espantoso... todavía esta region entre el río Nare y San Carlos está muy escasamente poblada; en todo caso menos densamente de lo que parece a primera vista al viajero. Engañan las muchas rozas en el monte, que se explican por lo que es antioqueño sólo siembra una o dos veces el maíz sobre el suelo del monte quemado, ya que la segunda o la tercera cosecha sobre esta roza no lo satisface ya, y por eso la abandona para trasladarse a otro sitio y repetir el mismo procedimiento. La siembra de maíz en esta región se realiza en el mes de septiembre, y la cosecha se obtiene cuatro meses más tarde. En los meses de marzo y abril se efectúa una segunda siembra, que se llama en Antioquia la traviesa. El maíz es el producto más importante de estas montañas. Donde no se da el maíz, tampoco se da el antioqueño…”5
El martes 20 de octubre de 1891, Jorge Brisson, describe su viaje así: “Se descubre a Medellín 3 horas antes de llegar a él; la ciudad blanca se extiende en un magnífico valle rodeado de montañas lejanas; empiezo a bajar a las 6 a. m.; el comienzo en zig-zag es pedregoso, barroso y penoso por motivo de su pendiente rápida y sin interrupción alguna. A las 9 y 30 a. m. entro en la capital de Antioquia después de haber ejecutado en seis días y tres horas un trayecto de 40 leguas (200 kilómetros), de los cuales se puede asegurar que no hay tres en un plano horizontal. Suponiendo que he caminado, termino medio, nueve horas al día, he puesto, por consiguiente, para franquear esta distancia: 57 horas. La ciudad de Medellín, nombre tomado de  Estremadura, en España, ha quitado a la de Antioquia el primer lugar entre las poblaciones del Departamento, y al presente es la segunda de la República. El gracioso valle de Aburrá, que apenas tiene 4 leguas de máxima anchura por 10 de longitud, está poblado por 140,000 habitantes, pero la ciudad no contiene más de unos 25,000. El río que llaman también Medellín, forma, con el río Grande, el río Porce, que desagua en Nechí, afluente de la derecha del Cauca…’’6 
PA´ EUROPA
A LOMO DE MULA
Recordemos que antes de 1914, año en que llegó a Medellín el primer tren, para viajar al exterior se hacía por tierra hasta Caracolí y de allí hasta Puerto Berrío desde donde se navegaba por el río Magdalena hasta Barranquilla donde se embarcaba en un buque a vapor. En 1902, el rico comerciante Ricardo Olano en sus memorias escribió: “En esos tiempos la gente salía poco de Colombia y el viaje de una persona al Viejo Mundo era un acontecimiento parroquial. Para las jornadas hasta Caracolí, mi padre compró una magnífica mula y cuando fueron a ensillarla en la pesebrera para mi viaje, la encontraron muerta, asfixiada… Salimos de Medellín el domingo 12 de abril de 1902 a las 2 y media. A despedirnos fueron muchos amigos a caballo hasta El Edén y unos pocos hasta Girardota… Como había muy pocos buques en el río, por causa de la guerra, tuvimos bastante días de demora en Puerto Berrío… la carga de importaciones para Antioquia estaba detenida en Puerto Berrío. Las bodegas del Ferrocarril, los depósitos particulares, casas, ranchos, todo estaba atestado de bultos. En Medellín se creía en el comercio, que allí había mercancías por lo menos para un año. Así que se habían suspendido los pedidos… En Colombia ardía la guerra civil y yo compraba impasible. Nuestra casa aunque pequeña y nueva, tenía créditos muy bien cimentados…”.7
EL PRESENTE
PARA EL FUTURO
Si las crónicas anteriores nos sirven hoy para saber del pasado, ¿los relatos de hoy, podrán ser documentos para el futuro? En un importante encuentro de la Fundación para el Nuevo Periodismo Iberoamericano, realizado en Ciudad de Méjico en octubre pasado, se concluye: “A la crónica se le pide que sea la voz y la historia de los otros; se le pide una función social y una estética, se le pide poner la realidad en la encrucijada entre lo subjetivo, lo colectivo y los hechos; se le pide ser política y marginal, mutante y transgresora”.
Un gran reto para quienes escriben crónicas del presente, para que sean un referente en el futuro.
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Notas:
1De viajeros y visitantes. Informes de descubrimiento, relación de visita y relatos de viaje, 1541-1948. ITM, Medellín, 2003, ps. 19 y 20.
2James J. Parsons. La Colonización Antioqueña en el Occidente de Colombia. 1950, p. 161.
3Gosselman, Carl August. “Viaje por Colombia 1825 y 1826”.
Publicación digital en la página web de la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República.
http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/historia/viajes/indice.htm>
4 De viajeros y visitantes. Informes de descubrimiento, relación de visita y relatos de viaje, 1541-1948. ITM, Medellín, 2003, p. 37
5Federich Von Schenk. Viajes por Antioquia en el año 1880. Bogotá, Banco de la República, 1953.
6 Jorge Brisson. Viajes por Colombia en 1891-1897. Bogotá, Imprenta Nacional.
7Ricardo Olano. Memorias, tomo I. Universidad Eafit. 2004.



Portada de la Revista Historias Contadas No. 80

Calle Bolivia y su Catedral Basílica Metropolitana.
(Por Carlos E. López Castro, Revista No. 80)

Además de la importancia de la calle Bolivia por tener la monumental iglesia construida en ladrillo cocido, también fue trascendental por la primera empresa de buses que se conoce en Colombia, que tuvo una de sus rutas por esta calle. La ruta se llamaba Villa Nueva y recorría la calle Bolivia, hasta su extremo oriental. Esta calle, que lleva el número 56, también fue recorrida por el tranvía en la ruta Sucre.
LA BASÍLICA
METROPOLITANA
Desde las últimas décadas del siglo XIX, el factor que hace darle importancia a la calle Bolivia fue el inicio de la construcción de la Catedral de Villanueva (hoy, oficialmente Catedral Basílica de la Inmaculada Concepción de María) en terrenos donados por Tyrrel Moore, en el año 1871.
“La organización del edificio más importante de la ciudad naciente de entonces incluyó la “consecución de una máquina exclusiva para fabricar ladrillo y teja” y de un constructor arquitecto capacitado para el efecto… en el país o fuera de él”. En 1874, llegó el italiano Felipe Crosti para responder a lo necesitado.1 En 1875 se empezaron los trabajos. Pero fueron suspendidos y rechazados los diseños por descomunales.
El 21 de enero, de 1886, con la llegada del obispo Bernardo Herrera Restrepo, el rumbo de la construcción cambió. Éste, le solicitó opinión al obispo de París, quien además era arquitecto francés, quien rechaza la obra de Crosti. Además, el obispo le recomienda al arquitecto Carlos Carré, de quien dio excelente recomendacón. En una reunión, del 22 de septiembre de 1888, se aprobó la venida del arquitecto Carré. Mientras en Francia el obispo y su discípulo hacían un diseño preliminar, en Medellín se fabricaban grandes cantidades de ladrillo
Carré llegó el 30 de julio de 1889, y se ubicó en una celda del seminario, que simultáneamente le sirvió de habitación y de estudio. Concluyó los planos del templo, en noviembre del mismo año.
Lo estipulado con Carré fueron los planos, la dirección de la construcción y la formación de algunas personas para que pudieran terminar la obra, ya que su contrato vencía el 14 de junio de 1894 y no se le renovaría.
En la reunión de la Junta, del 19 de enero de 1890, fueron aprobados los planos que había diseñado para la construcción de la catedral el arquitecto Carré y se continúa la construcción. En 1891 fue nombrado Mons. Jesús María Marulanda, como encargado de la construcción de la catedral, dándole un gran adelanto a la obra.
Para la construcción se utilizaron varias clases de piedra: común, de lujo, para los plintos, negra y piedra de canto. En un comienzo, los ladrillos fueron comprados a varias ladrilleras por miles. Después, Monseñor Marulanda compró un tejar, ubicado en Belén, donde se fabricaron los ladrillos y las tejas necesarias y además vendía a particulares con cuyas ganancias, pagaba otros gastos.
Se utilizó la argamasa, mezcla de arena y de cal, para pegar los adobes. Las piedras las traían de El Poblado o de la quebrada La Loca.
Como se necesitaba madera, Monseñor Marulanda compró una finca en Envigado, para la provisión de madera común. Las maderas finas procedía de San Roque, San Luis y Puerto Berrío, donde Monseñor Marulanda compró una finca de donde traía la madera, para la construcción y para la venta.
En 1892, el obispo Bernardo Herrera Restrepo viajó a Bogotá y el 18 de junio de 1892 tomó posesión de la Diócesis Joaquín Pardo Vergara, quien continuó la construcción de la catedral. Para 1897 se terminó la sacristía de la carrera Ecuador, y el 17 de octubre, del mismo año, se bendijo, con el fin de utilizarla como capilla.2
Carré continuó su trabajo hasta junio de 1894, dejando gran parte de las arcadas centrales y de la sacristía. Lo reemplazaron los señores Heliodoro Ochoa y Salvador Ortiz. Ellos, estuvieron vinculados a la obra hasta cuando murieron, en 1916 y 1919, respectivamente, y quienes dejaron la obra muy adelantada.
El 24 de febrero, de 1902 la Diócesis de Medellín fue elevada, por el Papa León XIII, a la categoría de Arquidiócesis. El 12 de agosto de 1906 llegó a la ciudad como Arzobispo Manuel José Caycedo, aportando a la construcción de la Catedral.
El reloj y la torre derecha, fueron inaugurados a las 12 del mediodía del 20 de julio de 1910, para celebrar el primer centenario del grito de Independencia de Colombia.
En 1917, el 24 de mayo, se realizó la primera misa pontifical, celebrada por Caycedo, con motivo de sus bodas de plata episcopales. Este fue el primer acto litúrgico episcopal celebrado antes del traslado de todo el culto de La Candelaria, a la nueva catedral.
En 1919, el Arzobispo Caycedo contrató al arquitecto italiano Giovanni Buscaglione, quien diseñó el baldaquino, los altares, el púlpito, el coro y demás obras ornamentales del templo. También se le encargó el diseño y construcción del Seminario Mayor (1919-1928).
En 1920, se construyó el atrio del templo por la Sociedad de Mejoras Públicas, con la colaboración del Municipio de Medellín.
El 12 de marzo, de 1924, fueron inaugurados los altares y en 1925 se celebró la segunda misa pontifical, cuando Medellín celebró los doscientos cincuenta años de su erección como Villa.
En 1931 se estimó que ya el edificio podía darse al servicio como catedral. El 11 de agosto de 1931, el templo fue inaugurado como Catedral, con motivo de las bodas de plata de la posesión de Mons. Manuel José Caycedo en la Arquidiócesis.
El 30 de marzo de 1933, el ingeniero Oscar Binder llevó a Medellín el órgano, de marca Walcker, para la catedral, y además, se dio a la tarea de su montaje, el cual estuvo listo para su estreno a finales de julio de 1933.
En 1944 se desvió la quebrada “La Loca” por la Calle La Paz, la cual pasaba debajo del presbiterio
El 12 de marzo, de 1982, la catedral fue declarada Monumento Nacional de Colombia.
Entre 1998 y 1999 fue restaurada por la Fundación Ferrocarril de Antioquia.
Es considerada la mayor construcción, de ladrillo cocido, del mundo. Es la séptima más grande del mundo y la primera de Latinoamérica, con 5.000 metros. Allí se encuentra un enorme órgano de caoba, con 3.478 flautas.
LA RUTA DE BUSES,
HACE 100 AÑOS
Como se dijo inicialmente, por la calle Bolivia circularon buses de la primera empresa transportadora que se conoció en Colombia. En 1913, Ricardo Olano, en su viaje a Europa, cuenta la historia de la compra de buses, así:
“Ésta fue la primera empresa de autobuses que se estableció en Colombia. Por aquellos años, empresas similares tenían grandes éxitos en las capitales europeas, hasta donde alcanzan mis conocimientos de ellas y mis informaciones, no se han vuelto a establecer en dichas capitales líneas de tranvías por las calles, habiendo los autobuses venido a llenar las crecientes necesidades del tráfico. En Berlín, por ejemplo, ciudad servida admirablemente por líneas de rieles en todas direcciones, se estableció, en 1912, un servicio de autobuses que hizo tal competencia a los tranvías, que la compañía propietaria de éstos, tuvo que comprar la empresa de autobuses. Sin embargo, en Medellín, nuestro negocio fue un fracaso y declaro que un error mío fue la causa, porque por comprar aparatos muy buenos, los compré demasiado pesados, absolutamente impropios para andar por las calles de la ciudad.
Llegaron tres aparatos y establecí tres líneas: una a La América, otra a Buenos Aires y otra a Villanueva, hasta el extremo oriental de la calle de Bolivia. Organicé bien el asunto de choferes, conductores, tiquetes, etc. y el servicio comenzó a hacerse regularmente, dejando buena utilidad, a pesar del enorme precio de la gasolina…
En plena luna de miel de la empresa comenzamos con los inconvenientes: conductores que se robaban fondos, choferes que faltaban al trabajo algunos días interrumpiendo el servicio, etc. Pero lo más grave fue el asunto de las cañerías del acueducto. Todas eran entonces, en Medellín, de barro y algunas muy superficiales. Los aparatos rompieron algunas que tuvimos que arreglar y entonces toda cañería que se dañaba se la atribuían a los autobuses…
Fueron tomados por 3.000 que era una tercera o cuarta parte de su verdadero valor. Los carros fueron enviados a La Quiebra y prestaron durante largos años el servicio de pasajeros con grandes utilidades”3
OTROS DATOS
DE BOLIVIA
Es importante recordar que el circo España, construido entre 1909 y 1910, ocupó un gran espacio entre las calles Caracas (54) y Bolivia (56) y las carreras Girardot (43) y Córdoba (42).
En 1917, un artículo de prensa del periódico El Colombiano, anuncia la arborización así: “La Comisión de Estética aprobó que los vecinos de la calle Bolivia planten palmas en ella. También se aceptó el proyecto de arborización de la ciudad presentado por la Sociedad de Mejoras Públicas, pero advirtió que, al plantar los árboles y sobre todo cuando se trate de una sola fila, deberá consultarse con el ingeniero municipal, con el fin de que no sean plantados sobre las alcantarillas”.
El recordado escritor Tomás Carrasquilla tuvo durante muchos años su casa en la calle Bolivia y cuando estuvo en silla de ruedas, trasladó las tertulias que se hacían en el café La Bastilla para su casa en Bolivia entre los años 1920 a 1923. El historiador Fabio Botero, nos cuenta sobre el escritor: “Por 1900 y tantos fue cuando Carrasquilla se trasladó con la familia toda a Medellín, a un amplia casa con “un huerto sembrado de platanares y árboles frutales” y un “jardín lateral frontero a la calle, tan amplio que en él pudo edificarse más tarde una vivienda”… La casa estaba situada en la calle Bolivia un poco al occidente de la carrera El Palo… don Tomás continuó por supuesto las tertulias con todo su vigor en su casa”.4
A principios de la década de 1920, una hija de Ricardo Olano vivió en la esquina de Bolivia con Girardot, segunda casa a la izquierda subiendo.
El 22 de marzo de 1922, empezó a funcionar la ruta Sucre del tranvía que subía por Bolivia hasta el parque de Boston y después se extendió hasta la carrera 35.
La carrera Palacé, de Bolivia a Jorge Robledo, fue iluminada con farolas en el año 1934.
La avenida Echeverri, entre Ecuador y Bolivia fue abierta en 1872, según contrato entre el Cabildo y la Junta Suprema de la Catedral. En 1933 se ilumina la carrera Palacé desde la calle Bolivia hasta el barrio Prado.
Y según las memorias de Olano, los principales cambios de la calle Bolivia se dieron así:
“Seguramente fue el Sr. Moore (donó los terrenos para el parque Bolívar) quien por los años 1846-47 abrió Bolivia de Sucre a la calle de Barbacoas hoy de los Calzoncillos. De este sitio a la carrera Bolívar fue abierta en 1907 por compra hecha al Sr. Federico Vásquez por $ 5.000… Del parque de Bolívar a Sucre fue ensanchada en 3 metros por cesión gratuita que hizo don Pedro P. Echererri en 1895… Don Celestino Escobar también tenía tierras allí. Por los años 1891/2 la Sociedad Propietaria (Manuel José Álvarez, Luis Escobar, Antonio J. Gutiérrez, Eduardo de Greiff) abrieron Bolivia del Palo para arriba hasta encontrar terrenos del Sr. Francisco Villa Corral por los cuales se abrió la calle más tarde hasta la calle de Guarne. Allí se interrumpe la calle por un espacio como de media cuadra y continúa más adelante hacia el oriente. Quizá esta parte de la calle perteneció a la urbanización del barrio Boston de los señores Villa hasta el arroyo de Chorro-Hondo. En el año 1935, para abrir la calle Bolivia en el sitio donde está cerrada, calle de La Ladera, se compraron varios edificios, entre ellos uno a Luciano Patiño por $ 3.000. Se han destruido los edificios comprados; pero todavía se necesita adquirir otros para abrir la calle en todo su ancho. En 1940, en el cruce de Bolivia y Portocarrero, allí hay una honda cañada por donde pasa un arroyo. Se cubrió este arroyo con una alcantarilla de 83.5 mts. de largo y se está llenando el hueco. Para hacer esta obra se compró al Sr. Juan Manuel Ruiz un lote de terreno que obstruía la calle Bolivia…”5
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NOTAS:

1 Boletín Cultural y Bibliográfico. Banco de la República, 1992, p. 57.
www.wikipedia.com
3 Ricardo Olano. Memorias, tomo I. Fondo Editorial Universidad Eafit. pags. 66-70)
4 Fabio Botero. Cien Años de la Vida de Medellín. Editorial Universidad de Antioquia, Municipio de Medellín, segunda edición 1998, p. 272)
5 Ricardo Olano. Memorias, tomo I. Fondo editorial Univesidad Eafit. p. 356

sábado, 14 de abril de 2012

Tejelo: como pinceladas de lo que fue Guayaquil (Revista No. 70)

Por Carlos E. López Castro

El mercado Tejelo, calle 52A, en el centro de Medellín, para muchos es un retazo de lo que fue el histórico barrio Guayaquil con sus leyendas. Tan corta y colorida como pinceladas que un artista forma con la multiplicidad de colores de las frutas. Concurren la diversidad de razas humanas, y hasta se sienten sonidos, sabores, olores y se viven historias que palpitan.
EL DESCUBRIDOR.
Esta cuadra que va desde la Avenida de Greiff hasta Juanambú (en la placita Rojas Pinilla, en honor a uno de los presidentes de Colombia), está situada al lado occidental del antiguo edificio de Empresas Públicas de Medellín (construido en 1957), se conoce con el apellido del descubridor del Valle de Aburrá: Jerónimo Luís Tejelo. Después de que el conquistador Jorge Robledo recorrió el sur de Antioquia, se detuvo en Murgia (hoy municipio de Heliconia), y de allí envió a Tejelo a inspeccionar el otro lado de la cordillera, descubriendo el Valle de Aburrá, el 24 de agosto de 1541.
MEMORIA DEL TIEMPO:
SUS PERSONAJES.
Esta historia del Mercado Tejelo (antiguamente conocida como El Hueco) se inicia con la paradoja del campesino –su relación con los frutos de la tierra– quien vende sus productos para poder comer. Tejelo nace de la lucha por la subsistencia. Su inicio es el Resultado del desalojo y la persecución de venteros ubicados en el barrio Guayaquil. O podría decirse que la historia nace parecida a la canción de Daniel Santos que dice: “Y alegre, el jibarito (campesino) va cantando así, diciendo así, bailando así por el camino: “Si yo vendo la carga, mi Dios querido un traje a mi viejita voy a comprar... Y triste, el jibarito va llorando así, pensando así, diciendo así por el camino: “Qué será de Borinquen mi Dios querido, que será de mis hijos y de mi hogar.”
    Sus más de ochenta años de la vida de la señora Hermelina Torres Guzmá –quien desde hace más de 40 años está en Tejelo– son una muestra de esa tragedia humana que han sufrido miles de campesinos durante muchos años en el sector rural de Colombia. Tuvo cinco hijas a las cuales su padre abandonó. Hace 27 años, a doña Hermelina, la guerrilla le asesinó a una de sus hijas en una finca en Urabá y desde entonces se hizo cargo de su nieta huérfana que desde recién nacida creció en Tejelo, perfumada con olor a frutas y con el trasegar de su piel azotada a cielo abierto, al sol y al agua. Y hace cuatro años, a doña Hermelina los paramilitares le asesinaron a una segunda hija y además desplazaron hacia la ciudad a su familia de la misma finca en Urabá.
    La señora Hermelina Torres Guzmán, nació en una finca en Dabeiba. Su infancia, dice ella: “fue muy dura criando animales. Me tocaba trabajar bastante, no fui ni un solo día a la escuela porque usted sabe que los campesinos nunca saben que el hijo necesita estudiar, sino echale trabajo como un animal”. Ella nació en una fecha trágica, el 9 de abril (recordado por el asesinato de Gaitán). A Medellín llegó de 15 años a trabajar con una amiga cerca de la Plaza de Cisneros, en un restaurante en medio de los cafés El Turquestán y El Roma. Hasta que llegó a Tejelo con la Avenida de Greiff a vender bagre en una carreta, cuando en Tejelo estaba el paradero de los buses de Bello. Así recuerda: “Llegué a Tejelo cuando no habían construido el edificio de EPM. Existían varios almacenes de productos eléctricos, carnicería La Española y varios cafés. Nos prohibieron vender pescado por la bulla y por el olor, entonces cambiamos por frutas. Años después, el alcalde nos alquiló unos módulos pequeños para pagar cada mes. Mis hijas también vendían pero todas ya murieron. Los hermanos que llamamos “Los Machetes” llegaron a vender legumbre. A mi nieta que es hija de crianza (porque le mataron a su mamá) la traía desde recién nacida para Tejelo. Le ponía costales a la carreta donde vendía pescado y ahí la acostaba”.
    Una historia algo parecida a la novela El Perfume, donde su autor escribe: “Cuando se iniciaron los dolores del parto, la madre de Grenouille se encontraba en un puesto de pescado... escamando albures que había destripado previamente. Los pescados... apestaban ya hasta el punto de superar el hedor de los cadáveres”.
    En cuanto a la actualidad de Tejelo, doña Hermelina dice que los módulos están muy bonitos, muy modernos. Muy pequeños sí, pero muy modernos.
    En estas historias de Tejelo caben las palabras del cronista de los años veinte, Luis Tejada, quien escribía: “Los pueblos de la montaña son, como la montaña, decididamente graves. En su lucha con la naturaleza bravía, se asimilan mucho de lo profundamente trágico que hay siempre en la naturaleza; esos hombres hermosos y esas mujeres fecundas, antes de venir a engrosar el núcleo de las ciudades nacientes, vivieron sin duda mucho tiempo en la selva (...), y entonces fue cuando se infiltró en sus almas para siempre esa taciturnidad angustiosa de la montaña, que se hará hereditaria y eterna en la raza”.
    Por otra parte, cuando iniciábamos un diálogo con el señor Mario de Jesús Agudelo Gómez, nos interrumpió un empleado que le acababa de acondicionar la energía en su nuevo módulo y le dice: “Esta es su tarjeta para que tenga la energía prepago. Cuando la energía se va a acabar suena una alarma y usted aprieta cualquier tecla. Es bueno que tengan una tarjeta guardada de dos mil pesos para cuando se le vaya a acabar la energía”. Don Mario Agudelo nació en Rionegro en 1945, pero a los ocho años llegó a Medellín y desde entonces trabajaba en la Plaza de Cisneros, del barrio Guayaquil, como vendedor ambulante. Estudió en la escuela nocturna en el Instituto de Cultura Popular hasta primero de bachillerato. En la Calle Amador –antigua plaza El Pedrero– vendía legumbres y frutas. En la esquina de Tejelo con la Avenida de Greiff empezó a vender legumbres y frutas en una carreta, a principios de la década de 1980. Recuerda mucho los bares donde antiguamente tomaba licor en Tejelo: El Marial, El Selecto, El Marsella y El Camagüey. Don Mario termina expresando: “Todo ha mejorado en Tejelo, aunque nos va a tocar pagar el agua y la luz”.
    Y no podía faltar el diálogo con un líder del pasado, quien durante 14 años presidió Asotejelo: el señor Alfonso Marín nació en Uramita. Al preguntarle por su niñez, dice:
    –Mi infancia fue en el campo con mi papá cultivando frijol, maíz y hortalizas. A los 25 años llegué a Medellín, al barrio Manrique. Fue imposible trabajar en una empresa porque no había estudiado. Me di a la tarea de ganarme el sustento diario con las ventas callejeras en Maturín entre Cundinamarca y la carrera Díaz Granados, a finales de los años sesenta, cuando la Plaza El Pedrero funcionaba y teníamos que pelear los venteros con Seguridad y Control que manejaban el espacio público.
    –Dicen que perseguían mucho a quienes vendían en la calle. ¿Es cierto? –le pregunté–.
    –Varias Administraciones Municipales de esa época al ver que nosotros no nos dábamos por vencidos con las ventas ambulantes manejaban una estrategia cerrando las calles para desalojar los venteros, con el pretexto de que iban a hacer algún trabajo, pero no lo hacían.
    –¿Cuándo llegó a Tejelo?
    –Hace 28 años aproximadamente nos vimos tan apretados en el sector de Guayaquil hasta que me instalé en el sector de Tejelo para ganarnos el sustento diario para nuestros hijos. Gracias a estas ventas puedo decir que tengo donde vivir.
    –¿Estuvo en la época del traslado de Guayaquil hacia la Plaza Minorista?
    –Yo, ya estaba instalado en Tejelo. Tengo 3 hijos que nos tocó criarlos en Tejelo, los acostábamos a dormir en una carreta. Iniciamos con bateas y cajones cuando ya podíamos trabajar. Fuimos montando un mercado en la calle.
    –¿Cuáles administraciones han contribuido para bien o para mal?
    –En la administración del alcalde Sergio Naranjo, me senté en el auditorio del colegio Militar en Buenos Aires, y le pregunté qué iba a hacer con los venteros ambulantes. Dijo que pensaba hacer unas marquesinas, unos tolditos que después mandó a construir para los venteros, en tres sectores: Tejelo, Boyacá y Alhambra. Nos unimos como asociación en ASOTEJELO, Asociación de venteros de Tejelo, fui uno de los fundadores, fui el primer presidente, la lideré durante 14 años.  La Administración del alcalde Juan Gómez Martínez propuso el Plan de Recuperación del Centro y creó el programa de los Bazares. Se inició el Bazar de San Antonio, Los Puentes plataformas A, B, C y se continuó con Tejelo, donde se acondicionaron unos puestos de madera con unas carpas verdes, con la organización la gente nos ha buscado para comprar.
    –¿Qué tienen de bueno o malo los nuevos módulos?
    –Los nuevos módulos es un excelente proyecto del saliente alcalde Alonso Salazar, en acero inoxidable. Quedaron con una visión y atracción excelente, estamos junto al Museo de Antioquia y a la Plaza Botero y a la Contraloría General de Antioquia. Pienso que es un error de la Alcaldía, el tener que pagar los servicios públicos, porque estos módulos o este Bazar está en la calle. Inicialmente fueron auspiciados por la Alcaldía. Si a los otros Bazares la Alcaldía les paga los servicios públicos, ¿por qué este que es un bazar que está en la calle nos pusieron a pagar servicios públicos? El descontento que tengo en este momento es que los espacios que hay entre un módulo y otro por donde entra el sol y recalienta las frutas. Pido que nos cubran estos espacios porque cuando llueve el agua que cae entre estos espacios se entra a los módulos porque el piso no tiene caída, tiene una rejilla pero está más alta del piso y se nos encharca el agua. Los alcantarillados nuevos los pusieron muy profundos para desembocar a la quebrada Santa Elena. Cuando la quebrada crece, se represa la tubería.
LA INVERSIÓN.
Es importante recordar que los cambios de los módulos de Tejelo es el resultado de una visita que hace un año hicieron a la ciudad expertos en este tipo de mercados, provenientes de la ciudad de Barcelona, España, que luego de visitar los centros comerciales administrados por el Municipio de Medellín, hicieron una serie de recomendaciones.
    Para el caso de Tejelo, se hizo la intervención de la parrilla, se levantaron los pisos, y se cambiaron las instalaciones eléctricas y de acueducto. La totalidad de los ochenta módulos que conforman el mercado se cambió por otros con otras especificaciones, otros diseños, más funcionales y atractivos para la ciudadanía y los turistas que pasan de la Plaza Botero. La inversión fue de $2.200 millones.1
LOS COLORES
Y LOS SENTIDOS.
Si un extranjero quiere saber cómo es Medellín y cuál es el color zapote, tendrá que visitar el mercado Tejelo. Y escudriñar en el interior de esa fruta maravillosa –la cual no se conoce en algunas ciudades del mundo– y debe escuchar las historias que cuentan sus habitantes que como hormigas trabajan.
    Y como un retazo del viejo Guayaquil que se respete, Tejelo es un danzar de sonidos, una explosión de olores, un resplandor de imágenes y un degustar de sabores. Entre un constante “¡a la orden, a la orden!” de sus vendedores suenan rancheras, vallenatos y música popular en el bar donde están los cachivaches de Memo. Los olores de una mandarina recién pelada y de un mango maduro traído de Santa Bárbara se entremezclan con la fragancia de carne fresca de las meseras perfumadas recién llegadas a los bares, y con el aroma a madre tierra que desprenden las verduras. Además en un rastro en la memoria llegan olores a morcilla que durante tantos años las matronas de delantal ofrecieron en sus inmensas ollas. Ni qué decir de los turistas, quienes a diez pasos de la Plazuela Botero se dan la pasadita para capturar en sus cámaras esos instantes afortunados de colorido, luces y sombras que como silletas producen las frutas igual que las flores. Para quienes leen esto, la boca se vuelve agua al pensar en el sabor de un mango maduro criollo, en el gusto de un zapote o en lo dulce de un banano de tierra fría.
    Tejelo, como pinceladas y recuerdos en los cinco sentidos de lo que fue el viejo Guayaquil. Y por allá, en un bar, suena una antigua canción: “Huye, huye, donde está mayor, donde está. Ya no vende por las calles, ya no pregona en la esquina, ya no quiere trabajar… El que siembra su maíz, que se coma su pilón...”

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1Informe en Boletín de Prensa de la Alcaldía de Medellín.

miércoles, 20 de julio de 2011

La carrera Bolívar movía la Villa

Por Carlos E. López Castro

De Norte a Sur, la carrera Bolívar en un tiempo iniciaba en el antiguo Bosque de la Independencia, pasando por el cementerio de San Pedro, el hospital San Vicente de Paúl y el parque de Berrío para terminar en la antigua estación del ferrocarril de Amagá hacia el sur de la calle San Juan.
Sobre la carrera Bolívar, escribe Carlos J. Escobar G. en su libro Medellín hace 60 años:
“Desde el “Cementerio de San Pedro”, de para arriba, es decir, según la corriente o dirección del río Medellín en antes el “Aburrá”, no había sino pedazos de mangas cubiertos de maleza y cercadas con alambre de púas, y con muy pocas casas, las que estaban colocadas a larga distancia la una de la otra… Hasta llegar al “Puente de Arco” el que estaba construido con mezcla de concreto con piedra labrada, con barandas o rejas del mismo material y pintada con color verde, el cual tenía a uno de sus lados la vieja casa donde funcionó el taller de tejidos de don Carlos Montoya, y al otro la de don Julián Vélez la que estaba cerca a la botica del doctor Teodomiro Villa… Seguía por la parte occidental de la Plaza de la Candelaria la casa de dos pisos con balcón hacia la plaza y pintada de verde de propiedad de los señores Restrepos; lugar ocupado por los edificios donde están las oficinas de la Compañía “Colombiana de Tabaco” y del “Banco de Bogotá… y por último la vieja y mal constuida casa en donde estaban los “Baños de Palacio”1 (1 Carlos J. Escobar. Medellín hace 60 años. Instituto Tecnológico Metropolitano, primera edición 1946, p. 56-61)

BAÑOS DE PALACIO
“En la antigua casa de don Juan Mora Berrío, situada en el Terminal de la hoy carrera Bolívar, estableció el señor Antonio Palacio una casa de baños alimentados por aguas que el señor Mora Berrío traía de su finca de Miraflores, después de …
CEMENTERIO DE SAN PEDRO

CARRERA BOLÍVAR. “Hasta 1897 esta carrera en su parte sur iba solamente unos metros después de Maturín. En ese año por acuerdo N° 28 se hizo un contrato con Rafael Isaza, Macario Restrepo, Eduardo Vásquez y otros para abrirla hasta la calle de San Juan y se abrió en efecto en esos tiempos. Oí decir alguna vez que D. Luis Girardot, padre de Atanasio [Girardot] trató de abrir esta calle desde fines del siglo XVIII o Principios del XIX y no pudo conseguirlo porque desde entonces abundan los ‘hombres estorbo’. De San Juan va esta falle hasta el Bermejal y esta última parte fue la entrada única de Medellín por el lado norte hasta que se abrió Carabobo. Se ha ampliado esta carrera en los puntos siguientes:
En 1923 o 1924 en el costado occidental del parque con
motivo del incendio que hubo pocos años antes en ese lugar. Entre Boyacá y Calibío: según escritura del 8 de marzo de 1920, Ricardo alano cedió una faja gratuitamente frente al edificio Olano, para construir éste. Quiero anotar que la círcunstancia de que yo ofrecí al municipio esta faja espontáneamente suplicándole al Cabildo que aceptara la donación que hacía por convenir a mis intereses, pues el edificio qUe iba a construir quedaba mejor y ganaba mucho, dando a una calle ancha en vez de una estrecha.
Según Acuerdo N° 82 de 19 de junio de 1922, Ma. Josefa v. de Córdoba vende 103 varas cuadradas a $30.00 vara.
Según Acuerdo N° 121 de 9 de septiembre de 1922, Enrique Mejía vende una faja de 48 varas por $1.448.00 para ampliar Bolívar a continuación del anterior.
Según Acuerdo N° 153 de 11 de octubre de 1927, Enrique Mejía y Benjamín Moreno venden por $10.000 un ensanche donde está hoy el Edificio Henry,
Acuerdo N° 224 de 1932: Lajunta del Hospital de S. Vicente de Paúl cede al Distrito una faja de terreno de 144 1/2 metros de longitud por 3 metros de latitud, con cabida total de 433.40 metros cuadrados para ensanche de la carrera Bolívar; tal junta cercará de alambre sus terrenos frente a las carreras de Bolívar y Carabobo, y mantendrá limpios y despojados los frentes de tales carreras. Para tales gastos dará el Distrito $300.
Otras ampliaciones se hicieron en la parte norte de la carrera.
Entre ellas al frente del Hospital y al frente del barrio del Prado, por sesión gratuita que hicieron sus dueños Enrique Moreno y Ricardo alano. Acuerdo N° 187 de 1933.
El puente sobre la quebrada en el punto en que la cruza esta carrera fue construido por Caldas en 1814 Y fue el primero que hubo en la ciudad y se llamaba Puente de Arco. Fue reconstruido en 1906”.

**LA PESTE DE LA SALUD EN COLOMBIA

 Por Carlos E. López Castro

La palabra peste significa: enfermedad contagiosa y grave que produce mucha mortandad. Hedor, olor intenso y fétido. Cualquier enfermedad mortal. Excesiva abundancia de cosas consideradas negativas. Y parece que todo lo anterior fuera sinónimo de “ley 100”, cuyo ponente fue el entonces senador Álvaro Uribe Vélez, ley que ha causado la mortandad en pacientes, iliquidez para trabajadores de la salud y hospitales que han sufrido las inclemencias de un aberrante negocio corrupto que antes era un derecho fundamental: la salud.
    Pasaron 18 años en Colombia para conocer las desventajas de esa Ley aprobada en 1993, que desde el principio mostró mala atención, negación de medicamentos y tratamientos, falta de garantías laborales de médicos y empleados, aumento de tutelas y paseos de la muerte. Tantos años de inequidad y corrupción para que el país conociera que las únicas que han recibido beneficio lucrativo (a costa del detrimento de la salud de los colombianos) han sido algunas Empresas Promotoras de Salud, EPS, otra peste y dolor de cabeza mortal para pacientes, médicos y empleados de la salud.
    La Superintendencia Nacional de Salud intervino a la EPS Saludcoop, por el  aumento de su cartera vencida y por recobros y sobrecostos fraudulentos al Fondo de Solidaridad y Garantías, FOSYGA, por 42 mil millones de pesos. Un informe de la Superintendencia dice que: “en la visita de inspección hecha del 14 al 18 de marzo pasados, encontró que Saludcoop giró 8.013 cheques por un valor superior a 266 mil millones de pesos, pero ese dinero no ha sido recibido por los proveedores”. Dicho cartel -palabra utilizada en el informe- tiene como fin “negar la prestación de los servicios contemplados en el POS con cargo a la UPC y recobrarlos ante el FOSYGA (no POS), vía aprobación de tutela o CTC, para de esta manera obtener ingresos adicionales”. De esta manera el sistema de salud pagaba dos veces el mismo tratamiento.
    Algunas EPS han crecido tanto como negocio que Coomeva, que ya tiene banco propio, ha crecido 26 veces más. Saludcoop 200 veces. Y Salud Total, 82 veces. Esto en tan solo 12 años.
    Saludcoop se convirtió en la empresa aseguradora de salud más grande del país, cuenta con casi cuatro millones de afiliados y, junto con las EPS Cafesalud y Cruz Blanca, del mismo grupo, manejan el 30 por ciento del mercado de aseguramiento de la salud. El negocio de Saludcoop además cuenta con una cooperativa de trabajo “Serviactiva” la cual suministra el personal de servicios generales, y que le descuenta una porción del salario a los trabajadores dejándole una mayor ganancia a la EPS.
    Además de los servicios generales, los médicos, especialistas, vigilantes, call center, abogados, son contratados por empresas pertenecientes a Saludcoop y como cooperativa debe destinar parte de sus ingresos a la educación, pasando sus utilidades al Colegio “Los Pinos” de Bogotá, del cual también es dueño Saludcoop.
    Es importante recordar que Saludcoop aportó a la campaña a la presidencia de Uribe, 50 millones de pesos. Todas las denuncias de varias EPS venían desde hace varios años, según un estudio en 2009 de la Universidad Nacional,  en artículos periodísticos de Daniel Coronell y debates del senador Jorge Robledo, además de organizaciones de médicos y de defensores de la salud.
    Por todo lo anterior, es urgente una reforma o abolición de la ley 100 que haga de la salud el derecho fundamental que debería ser y no la peste de corrupción, el tráfico de las necesidades de los colombianos que enriquece el bolsillo de algunas EPS.

Historia del fútbol y del Mundial sub 20


 Por Carlos E. López Castro

El 29 de julio será el partido de inauguración de la  Copa Mundial Sub 20 que realizará Colombia. La ciudad de Medellín tendrá el grupo F integrado por las selecciones de Argentina, México, Corea e Inglaterra. Este último país es protagonista de la historia del fútbol en sus inicios.
EN INGLATERRA
    El fútbol, como cualquier invento de la humanidad, no nació de la noche a la mañana. Se cuenta que en el antiguo Egipto, en China, Grecia y hasta en India se practicaban juegos parecidos. Fue todo un proceso que en la Europa medieval se inició como un juego de pelota que se practicaba sin ningún reglamento del terreno, duración o participantes, donde era hasta permitido dejar heridos en el terreno. En Gran Bretaña, los habitantes de Cornualles practicaban el “hurling”, consistente en competir en carreras desenfrenadas por valles y montes, atravesando incluso ríos, para depositar la pelota en la portería contraria.1
En Inglaterra, los hijos de familias acomodadas que iban a la escuela pública (public schools) practicaban este juego de pelota, y luego en las principales universidades como Oxford y Cambridge. Las primeras reglas del juego nacen en 1845, cuando es prohibido las patadas en la tibia y ya no se puede usar las manos. La palabra fútbol viene de football palabras inglesas que quieren decir pie y pelota, y se empieza a diferenciar del rugby en la Universidad del mismo nombre, en la cual se permitía coger el balón con las manos.
    En 1863 se funda en Londres la Football Association (FA). En 1871 se crea la Copa de Inglaterra. En 1882 ya existen cerca de mil clubes afiliados a la FA, gracias a que nacen por medio de una relación social en torno a la parroquia, a la industrialización (clubes de empresas) y a la construcción de ferrocarriles, con lo cual se democratiza el fútbol y va dejando de ser un privilegio de unos pocos.
    En 1905, la FA cuenta con diez mil clubes afiliados, y en 1910 con treinta mil jugadores amateurs asociados. La democratización llega a su término y desaparecen los jugadores de las élites.2
El 21 de mayo de 1904 nace la Federación Internacional del Fútbol Asociado (FIFA) y se establecen reglas a nivel mundial.
    Se cuenta que la llegada del fútbol a América se hizo por medio de ingleses que llegaban con su expansión económica, principalmente para la construcción de ferrocarriles, compañías de navegación, con trabajadores de casas comerciales portuarias, empresas mineras o en la instalación de líneas telegráficas.
    En Colombia, con su situación geográfica, las ciudades de Barranquilla, Santa Marta y Pasto (límítrofe con Ecuador) se consideran las iniciadoras del fútbol. A Colombia todo llegaba y salía por vía marítima, y por el río Magdalena, además que la naciente industria cafetera y bananera necesitaba ferrocarriles para una mejor exportación. 
    En 1908, de pronto, calles, potreros y cualquier lugar abierto de Barranquilla empezaron a verse invadidos por jóvenes que le pegaban con los pies a una pelota mientras corrían tras de ella para evitar que otros la tomaran. Inicialmente fue sólo una diversión, sin visos de seriedad. Al promediar 1908 (según el historiador barranquillero Mike Urueta) Arturo de Castro, joven barranquillero  recién llegado de Gran Bretaña en donde estudió, empezó a motivar a sus amigos para organizarse en equipos.3 Fue así como nació el primer equipo en Colombia con el nombre de Barranquilla Fútbol Club, que practicaban en un terreno conocido como La Esmeralda.
    En 1912, el primer equipo de fútbol en conformarse en la ciudad de Medellín se llamó Sporting y en 1913 nace el Medellín Foot Ball Club, que con el tiempo cambió de nombre por Deportivo Independiente Medellín.
    El 21 de mayo de 1904 nace la Federación Internacional del Fútbol Asociado (FIFA) y se establecen reglas a nivel mundial. En Colombia se fundó la División Mayor de del Fútbol Colombiano (Dimayor) en 1948.
COPA MUNDIAL
SUB 20
    En Colombia se realizará la XVIII edición de la Copa Mundial de Fútbol Sub-20. Se disputará del 29 de julio al 20 de agosto de 2011. Los 24 equipos participantes se repartirán en 6 grupos de 4 equipos cada uno. Las ciudades sedes serán: Bogotá, Medellín, Cali, Manizales, Armenia, Cartagena, Pereira y Barranquilla. Copa Mundial de Fútbol Sub-20 es un torneo de selecciones nacionales de fútbol compuestas por jugadores masculinos menores de 20 años. El torneo es organizado cada dos años por la FIFA y surgió en 1977 como derivado de la Copa Mundial de Fútbol. Es la segunda competición más antigua de la FIFA y la segunda más concurrida después de la Copa Mundial.
    Llamada oficialmente Copa FIFA Coca-Cola hasta 1997 y Copa Mundial de Fútbol Juvenil hasta 2005, la Copa Mundial de Fútbol Sub-20 se ha caracterizado por ser la plataforma de grandes figuras del fútbol mundial, como Diego Armando Maradona, Davor Suker, Luis Figo, Ronaldinho y Lionel Messi.
    Símbolos: el logotipo es una taza humeante de café con los colores del tricolor colombiano y su leyenda juvenil. La mascota es un papagayo que, según el comité organizador, representa todo el sabor, biodiversidad y fauna y flora de Colombia. Esta, fue elegida por el comité organizador porque representa la alegría y espontaneidad del pueblo colombiano como anfitrión de este evento.
    En el Mundial de Malasia 1997 se amplió el cupo de los 16 hasta los actuales 24 equipos participantes.
    Clasificación: 24 equipos participan en cada uno de los eventos. A excepción del país anfitrión, los 23 restantes participan en un proceso clasificatorio dentro de cada una de las confederaciones continentales: Asia, Campeonato Juvenil de la AFC. Africa, Campeonato Juvenil Africano. Norteamérica, Campeonato Sub-20 de la CONCACAF. Suramérica Campeonato Conmebol. Oceanía, Campeonato Sub-20 de la OFC. Europa, Campeonato Europeo de la EUFA Sub-19.
    En la Copa Mundial Sub 20, se dispuso la entrega del trofeo al goleador del evento. En caso de que más jugadores tengan igual número de anotaciones, es considerado ganador del llamado “Botín de Oro Adidas” aquél que tenga mayor asistencia. Desde la Copa Mundial de Fútbol Juvenil de 2005, fueron además instituidos el “botín de plata” y el “botín de bronce”, para los jugadores del segundo y tercer lugar.
    Otro de los premios es el Balón de Oro Adidas, al igual que en la versión adulta del torneo, es entregado al mejor jugador de cada edición del torneo. FIFA crea una lista con los 10 mejores jugadores del torneo y los representantes de la prensa especializada votan por ellos.
    El trofeo oficial de la Copa Mundial Sub- 20 de la FIFA fue diseñado y fabricado en el año 2001 por la firma italiana de diseñadores y arquitectos Sawaya & Moroni.  El trofeo que tiene una altura de 49 centímetros y un peso de 2.92 kilogramos, está compuesto por una figura con tres pilares fundamentales: Respeto, Juego Limpio y Trabajo en Equipo, sobre las cuales reposa un balón. Está hecho de plata y su base de lapislázuli.
Mundial Sub-20
Túnez 1977
    La primera edición de la Copa Mundial de Fútbol Sub-20, se realizó en Túnez, entre el 27 de junio y el 10 de julio de 1977. Los participantes fueron Austria, Brasil, Costa de Marfil, España, Francia, Honduras, Hungría, Irán, Iraq, Italia, Marruecos, México, Paraguay, Túnez, Unión Soviética y Uruguay.
El campeón fue Unión Soviética que le ganó 9-8 a México con cobros desde el punto penal. El goleador fue Aguinaldo Roberto Gallón de Brasil.
    La sorpresa la daría el equipo mexicano al vencer en las semifinales al equipo brasileño, que eran los grandes favoritos.

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NOTAS:
1. Alfred Wahl. Historia del fútbol, del juego al deporte. Ediciones BSA, 1997 Barcelona, p. 14
2. Ibíd., p. 14
3. Alberto Galvis Ramírez. Cien años de fútbol en Colombia. Editorial Planeta, Bogotá, 2008. p. 12
fuente consultada:
www.fmf.com

---* UNA TARDE DETENIDO EN NUEVA EPS

Por Carlos E. López Castro

Prefiero un calabozo en la cárcel que una detención sin causa justa en urgencias de Nueva EPS, como me sucedió el pasado 18 de mayo.
    Ese día ingresé a las 2 de la tarde como periodista de la Revista Historias Contadas –encubierto como cualquier ciudadano que visita un paciente- a realizar un reportaje periodístico a las instalaciones de urgencias de Nueva EPS (antiguo Instituto de Seguro Social). Conversé con algunos pacientes, adultos mayores y al comprobar el estado colapsado y el hacinamiento que presentaba el lugar, tomé algunas fotos con el fin de reportar las condiciones que presentaban esos pacientes adultos mayores que cumplían entre 20 y 36 horas de estar hospitalizaos, sentados en una silla plástica sin asignación de una cama o camilla.
    En el momento de las fotografías fui interrumpido por uno de los médicos y por un vigilante que se dirigieron a las personas encargadas del asunto.
    En diálogo con la comunicadora social encargada de la EPS, me dijo que no podía responder a algunas preguntas y que yo no podía salir de las instalaciones hasta que no borrara las fotos (aunque  lo ideal sería que me solicitara publicar las fotos respetando la identidad y la privacidad de los pacientes y del personal médico por motivos de seguridad).
    Al negarme a borrar las fotos de mi cámara (por ser material de mi trabajo amparado en la ley 20 de la Constitución sobre la libertad de prensa), me informó que llamaría a Personería y a la policía para que me obligaran a borrar las fotos.
    Efectivamente, casi una hora después llegaron dos agentes de policía. Yo insistí en la presencia de algún funcionario de Personería (para reportar las dos situaciones injustas), lo cual no fue posible según respuesta telefónica de la doctora Nelly Margarita, de derechos humanos de la Alcaldía. Con la amenaza de no poder salir del lugar (detención sin causa justa) uno de los agentes de policía me obligó a borrar las fotos.
    Por eso, le doy al lector una idea de las imágenes que capté con mi cámara: es como ver una película de guerra donde se muestra un hospital con los corredores atiborrados de heridos en camillas improvisadas, dignas. Pero en este caso, el cambio está en que en la Nueva EPS la mayoría eran adultos mayores, heridos por enfermedades que trae la guerra contra los años, y algunos completaban entre 20 y 36 horas de estar hospitalizados, pero sentados en indignas  e incómodas sillas plásticas.
    En estos hechos se violaron los derechos de los pacientes hospitalizados en sillas y el mío como periodista, por la detención sin causa justa.